Hay quien habla de modas, pero ella habla de emociones.

Para Mia Sylvia (@miasylviaa en Instagram), todo empieza con una sensación: la luz suave de un atardecer, el recuerdo que guarda una tela, la complicidad de dos personas que se miran. De ahí nacen sus instalaciones, que no se limitan a decorar, sino a envolver y transformar espacios.

Reconocida a nivel internacional, su trabajo convierte los tejidos en escenarios etéreos, casi como si salieran de un sueño.

En esta entrevista nos abre su mundo: desde la magia de los tintes naturales y las telas recicladas, hasta la forma en que escucha a cada pareja para dar forma a escenarios vivos, personales y llenos de vida.

1. Tu trabajo tiene una cualidad ritual y profundamente emocional. ¿Qué te inspira al crear una pieza o una instalación?

Siempre empiezo con una sensación: una emoción, un recuerdo, la forma en que la luz cae sobre una superficie. Me inspiran el ritual y la belleza de la transición, el instante en que el día se convierte en noche, la pausa antes de pronunciar un voto, una tela que se mueve con la brisa en medio de una ceremonia. Cada pieza es una ofrenda. Dejo que la energía de la pareja, la tierra y la estación me guíen: es un proceso intuitivo, sensorial y profundamente personal.

2. Trabajas con tintes naturales y telas recicladas, creando una estética muy orgánica. ¿Cómo nació tu conexión con el arte textil y el mundo del color?

Crecí rodeada de naturaleza, de cosas lentas y antiguas. Mi amor por los textiles nació del contacto con lo viejo, lo gastado, lo lleno de historia, tejidos que susurran recuerdos del pasado. El color llegó después, a través de mi exploración con tintes vegetales: pieles de cebolla, eucalipto, óxido. Hay algo alquímico en extraer color de la naturaleza… se siente como pintar con el propio tiempo.

3. ¿Cómo es un día típico de trabajo en tu estudio? ¿Qué materiales, aromas o gestos forman parte de tu rutina diaria?

Cada día tiene su ritmo, casi como un ritual. Comienzo despacio: enraizarme, encender incienso o simplemente abrir las ventanas para dejar entrar el aire. En los días de tinte —que ahora son muy pocos— el espacio se llena con el olor del hierro, de flores secas, de baños de color en reposo. Trabajo con las manos en el agua, sumergiendo, atando, desplegando. Algunos días son callados y solitarios; otros se sienten como una sinfonía de movimiento. Ahora la mayoría de los días están llenos de llamadas, mensajes, pantallas, logística… y terminar tirada en el suelo para soltar tensiones, jajaja. Siempre hay té cerca. Y música también: reggae, drum and bass, Khruangbin o alguna de mis playlists cuidadosamente seleccionadas.

“Me inspiran los tejidos que guardan historias y susurran memorias del pasado.”

4. Has creado instalaciones textiles para bodas que dejan a los invitados sin palabras. ¿Cómo es el proceso de trabajo con las parejas? ¿Se pueden cumplir todos sus sueños?

Todo empieza escuchando… escuchando de verdad. Quiero saber quiénes son cuando nadie los ve. A veces no tengo contacto directo con las parejas si trabajan con una wedding planner, así que soñamos en equipo: qué texturas les atraen, qué estación se parece a su amor, qué recuerdos los hacen sentir en casa. A partir de ahí, el proceso se despliega lentamente. No busco “tachar casillas”, sino traducir su energía en algo visual, táctil y transformador.

¿Cumplir todos los sueños? Me gusta pensar que mi creatividad no tiene límites y que puedo crear lo que me proponga… aunque no siempre es posible, y eso también es necesario para crecer. Pero muchas veces terminamos creando algo aún más inesperado, más auténtico, más “ellos”, de lo que habían imaginado.

5. ¿Cuál ha sido el mayor reto al crear una instalación para una boda? ¿Alguna anécdota especial que quieras compartir?

Hubo una tormenta, una vez, en una colina en la Toscana, con el viento deshaciéndose como un poema. Habíamos colgado metros de seda entre ruinas antiguas, y justo antes de que llegaran los invitados, el cielo se abrió. En vez de entrar en pánico, observé cómo la tela bailaba y envolvía el espacio como una escultura viva. Me recordó que la belleza no está en el control, sino en la rendición. La naturaleza siempre tiene la última palabra, y he aprendido a trabajar con ella, no contra ella. Esa es mi respuesta más íntima… claro que también hay otros retos al crear instalaciones de gran escala junto a tantos equipos diferentes. Cada uno trae sus motivos, sus ilusiones, sus cargas, y se trata de canalizar toda esa energía en algo con sentido.

6. Imagina que diseñas tu propia boda: ¿cómo sería ese gran telón de fondo o instalación enmarcando el “sí, quiero”? ¿Qué colores, formas o telas usarías?

Sería salvaje y a la vez enraizado. Nada pulido. Quizás un dosel de seda teñida de forma natural, desgastada con óxido y té, suspendida de viejas vigas de madera o entrelazada en un bosque de árboles. Tonos cálidos, pies descalzos, humo suave. Querría que se sintiera como tropezar con un sueño: vivido, textural, sagrado. Tengo más ideas, pero me las guardo… son secretas y personales para cuando llegue el momento.

La naturaleza siempre tiene la última palabra, y he aprendido a trabajar con ella, no contra ella.

7. ¿Has tenido la oportunidad de crear una instalación en España, o te gustaría hacerlo algún día?

Sí, hemos trabajado en varias de las islas, ¡pero siento que aún me llama! España tiene una riqueza inmensa en sus paisajes: texturas áridas bañadas de sol, arquitectura antigua y una hondura especial que me atrae profundamente. Me encantaría trabajar con plantas locales, ocres, arcillas… dejar que el propio paisaje dé forma a cada color y cada silueta.

8. ¿Hay una canción, un aroma o un lugar que te conecte con tu esencia creativa?

Hay muchas canciones para cada estado de ánimo, aunque últimamente el silencio es lo que más me conecta con mi creatividad. Aromas: el incienso de ‘Nag champa’ de la caja azul y también el Paolo Santo. Y lugares… el bosque. El césped. Ahí es donde vive mi creatividad.

9. Muchas parejas quieren una boda más consciente pero no saben por dónde empezar. ¿Qué pequeño gesto recomendarías para dar más alma y menos artificio a su celebración?

Empezar con una intención. Preguntaos, ¿qué es lo que realmente nos importa? Elegir materiales con significado. Usar piezas heredadas. Trabajar con la naturaleza, no contra ella. Olvidaos de la decoración de usar y tirar y dejar que el entorno hable. Incluso un solo detalle —un camino de mesa teñido de forma natural, un tejido reciclado de un vestido de la abuela— puede anclar su día en algo sagrado y sostenible. Dejar que respire. Dejar que sea imperfecto. Ahí es donde habita el alma.

"Olvidaos de la decoración de usar y tirar y dejar que el entorno hable."

Créditos: @miasylviaa
https://www.miasylvia.co.uk/

 

Descárgate la entrevista original (en inglés) aquí.