
¿Qué pasa cuando un chef con dos estrellas Michelin y una diseñadora de atmósferas se unen para crear una boda?
La respuesta no está solo en el sabor de un plato o en la belleza de una mesa, sino en la emoción que despierta cada detalle.
Hablamos con Ramón Freixa y Mercedes Domecq, una dupla única que convierte cada celebración en una experiencia sensorial inolvidable. Juntos, nos cuentan cómo diseñar una boda que se recuerde no solo por lo que se ve o se come… sino por lo que se siente.
HABLAMOS CON RAMÓN FREIXA:
1. Sabemos que la gastronomía es un pilar fundamental de cualquier boda. Curiosas por conocer los secretos de un menú nupcial inolvidable… Si una novia le pidiera un plato «estrella» para sorprender a sus invitados, ¿cuál sería su sugerencia infalible y qué lo hace tan especial para una ocasión así?
Un plato estrella siempre tiene que emocionar, sorprender y ser memorable. En una boda, propondría algo que combine tradición y vanguardia, como un mar y montaña reinterpretado, que juegue con texturas, colores y temperaturas. Indudablemente, dependería de la fecha y cuáles son los ingredientes de temporada. En mi boda, opté por un Terciopelo de coliflor con gelé ibérico y caviar, servido en una maravillosa copa de cristal. Un plato donde cada cucharada contaba una historia. Despertar los sentidos y generar conversación, eso es parte de la magia de una celebración.
2. ¿Cuál es su filosofía principal a la hora de diseñar un menú para una boda? ¿Qué busca transmitir a través de su propuesta gastronómica en un día tan especial?
Mi filosofía se basa en entender que cada boda es única, como un traje a medida. Me gusta partir de cero y construir un relato gastronómico que tenga coherencia con los novios, el lugar y la atmósfera del evento. Busco emocionar con cada plato, que el menú sea parte del recuerdo imborrable del día, no solo por el sabor, sino por la experiencia que genera.
3. ¿Cómo adapta su enfoque de alta cocina, con esas dos estrellas Michelin, al contexto particular de una boda, donde hay que equilibrar la sofisticación con los gustos de un público diverso?
La clave está en la versatilidad y el equilibrio. Llevar la alta cocina a una boda no significa imponer, sino traducir esa sofisticación al lenguaje de una celebración. Se trata de ofrecer propuestas sorprendentes, pero cercanas, con productos reconocibles tratados con creatividad. Que tanto el gourmet como quien tiene un paladar más clásico puedan disfrutar. Todo con un mismo hilo conductor: la emoción.
“Mi filosofía es crear un menú como un traje a medida: único, coherente con los novios y lleno de emoción.” RAMÓN FREIXA
HABLAMOS CON MERCEDES DOMECQ:
1. Para una novia que se siente abrumada por las opciones de decoración, ¿cómo le aconsejarían empezar a definir un estilo para su boda? ¿Hay algún ejercicio o pregunta guía que pueda utilizar?
Lo primero es parar y escuchar. Nos gusta preguntarles: ¿Qué emociones quieres despertar ese día? ¿Qué recuerdo quieres que se lleven tus invitados? A partir de ahí construimos. No hay dos bodas iguales, porque no hay dos parejas iguales. La clave es conectar con su esencia, con lo que les hace únicos. Les animamos a inspirarse en lugares que les emocionen —el mar, el campo, una casa familiar— y desde ahí, empezar a imaginar juntas la puesta en escena.
2. Trabajando en colaboración con Ramón Freixa Catering, ¿cómo logran que la decoración dialogue con la propuesta gastronómica? ¿Podrían darnos algún ejemplo de esta sinergia?
La mesa es un escenario donde todo debe hablar el mismo idioma. Si Ramón plantea un menú inspirado en el mar, por ejemplo, nosotras creamos una mesa que respire sal, con tonos acuáticos, texturas ligeras y manteles confeccionados a partir de tejidos que evocan la brisa marina. Cuando entendemos el menú como una experiencia sensorial, lo decorativo se convierte en una extensión de lo que se saborea. Esa es la sinergia: el diseño se vuelve comestible, y la comida, estética.
PREGUNTAS PARA LOS DOS:
Más allá del menú y la estética, ¿cómo describirían la «magia» que surge de esta colaboración para una boda? ¿Qué sensaciones buscan despertar en los novios e invitados?
La magia está en la emoción compartida. En cómo un mantel puede acariciar, una vajilla puede contar una historia y un plato puede conmover. Juntos buscamos crear momentos que no solo se vean bonitos ni se coman bien, sino que se sientan. Queremos despertar asombro, calidez, ternura. Que los novios digan: “Esto habla de nosotros”. Y que los invitados se lleven no solo una imagen, sino una sensación que perdure.
¿Por dónde recomendaríais empezar a una pareja: es más importante definir primero el estilo de la boda o el tipo de gastronomía?
La esencia está en el equilibrio. A veces es el menú lo que inspira la decoración y otras, es el estilo visual el que marca el tono del menú. Lo que siempre recomendamos es comenzar por quiénes son como pareja, qué quieren contar con su boda. Desde ahí, todo lo demás se alinea: la gastronomía, la estética, el ritmo de la celebración.
Considerando diferentes estilos de boda (rústica, moderna, clásica…), ¿cómo se adapta esta colaboración para mantener su esencia pero resonar con la estética particular de cada celebración?
Nuestra colaboración es como un lienzo que se adapta a cualquier estilo sin perder su alma. Podemos crear una boda campestre con tejidos rústicos y platos que celebren lo sencillo con sofisticación, o una boda moderna con vajillas minimalistas y propuestas gastronómicas audaces. Lo esencial es que cada boda tenga un lenguaje propio, donde todo —comida, decoración, espacio— esté pensado para resonar con los novios.
¿Con cuánta antelación deberían contactarles los novios para asegurar su colaboración en su boda?
Nosotros trabajamos al ritmo del evento y la agenda de los novios, bien cuando tienen decidido el espacio, o incluso antes, pudiendo proponerles algunas de nuestras ubicaciones favoritas.
Idealmente, entre 8 y 12 meses antes, sobre todo si la boda coincide con temporada alta. Esto nos permite trabajar con calma, conocer bien a los novios y entender sus preferencias.
“Cada boda tiene su lenguaje propio. Lo esencial es que todo —comida, decoración, espacio— resuene con los novios.”
